Globalización y migracion
La migración ha adquirido una nueva significación. Día a día se convierte en un factor global de las relaciones internacionales. Como señala el Padre Fernando Vega, Vicario de Pastoral Social de Cuenca, “La migración, como fenómeno mundial, hay que considerarla como resultado de la acumulación lenta y sostenida de tensiones y desequilibrios producidos durante el siglo pasado. Pues el desequilibrio poblacional y económico entre los países del norte y del sur se ha ido profundizando progresivamente. La riqueza del planeta se ha ido concentrando en pocas manos en los países desarrollados, mientras que los países del tercer mundo han sufrido un proceso de empobrecimiento cada vez más creciente, causado por las reglas políticas, económicas y comerciales a las que se las ha sometido desde las metrópolis colonialistas. Por esta razón los poderes locales, casi siempre se encuentran vendidos a los poderes del capitalismo y ajenos a los verdaderos intereses de sus pueblos …” Y continúa: “La globalización del planeta, que ha sido iniciada por la tecnología de los poderosos, va a ser completada por la migración de los pobres. La globalización solo será tal cuando esté al servicio de todos los seres humanos en función de conseguir una vida más digna y equitativa para todos. Por eso, si los países ricos (del primer mundo) y los gobiernos de los países pobres (del tercer mundo), les han negado a los pobres un camino de desarrollo y bienestar, esa población empobrecida ha iniciado, especialmente desde la década de los setenta, un éxodo de sus patrias. En la actualidad de manera explosiva y masiva se está buscando nuevos caminos de sobrevivencia. Millones de africanos, latinos y asiáticos están presionando las fronteras de los países de Europa y América del Norte e invadiendo los controles fronterizos.
LA SOLUCIÓN ES TAREA DE TODOS
Se llega a formular un interrogante que es un desafío para todos nosotros: ¿CÓMO SOLUCIONAR ESTE INMENSO PROBLEMA? Ciertamente que la respuesta no es fácil por cuanto la REALIDAD es sumamente compleja y llena de aristas y dificultades. La solución depende de muchos FACTORES, PERSONAS E INSTITUCIONES. Sin embargo, creemos que es misión de la Iglesia, que somos nosotros, comprobar la realidad de los hechos, reflexionar a la luz de la palabra de Dios y del mensaje del evangelio y encontrar soluciones solidarias y fraternas. Hay que eliminar los efectos negativos y fomentar los positivos.
Es importante llegar a la convicción de que, por ejemplo, un dinero conseguido con tanto sacrificio y sudor debe servir para emprender en PROYECTOS PRODUCTIVOS O EN INICIATIVAS RENTABLES. No se lo puede malgastar o despilfarrar. Con miras al futuro es necesaria la preparación de niños y jóvenes para enfrentar al mundo y a la cultura adveniente, con sus nuevos desafíos y dificultades. Por consiguiente, apoyemos las iniciativas de los organismos que se ocupan de los migrantes, como es el caso de nuestra Pastoral Social Arquidiocesana y que van emprendiendo en proyectos especiales en beneficio de la atención a los hermanos que han dejado el país y más aún a quienes resultan víctimas de esa situación. El llamado “dólar solidario” y todo aporte personal, comunitario y de toda índole van a servir para ayudar a quienes son víctimas de la migración. No podemos quedar indiferentes ante el fenómeno de la migración. Todos, gobernantes, Iglesia, organizaciones y demás estamentos de la sociedad estamos llamados a arrimar el hombro y realizar todos los esfuerzos para que se eviten los riesgos y se aprovechen las oportunidades que presenta la realidad migratoria de nuestro país, para que este fenómeno y realidad asegure un futuro sustentable a nuestros migrantes y a la patria.